Vos no eras la dama, yo si el vagabundo,
te contaba historias el amor y lo absurdo.
Estaba bien vacunado contra la rabia del mundo.
Tu pedrigre no era de lo más refinado,
pero movías la cola como un tigre enjaulado.
Tenías el hocico grande y los dientes gastados.
Yo nunca tuve dueño, vos obedecías,
ladro poco pero muerdo, eso ya lo sabias.
No hay que vivir con collar, pero no lo entendías.
Y siempre tuve pulgas en la cabeza,
meé en el árbol de otro y comí de la mesa.
El mundo es mi cucha y vos no sos mi princesa.
Y de tanto ladrar casi te quedas solita,
te aburre morder el hueso de ese perro policía.
Ya me llevo mi lengua, me voy con otra perrita.