Cuando la Luna suspire
y el Sol se muera de tristeza,
cuando el lobo acaricie
y el pastor mate ovejas;
cuando pierdas la cordura…
acércate a mi mesa.
Cuando el asfalto recite
los poemas de tus tacos,
y un pájaro te cuente
de mi veneno y mi encanto;
si queres colgar tu deseo…
sabe que en mi alma hay una percha.
Cuando anheles un abrazo
en una fría madrugada,
cuando creas que el fracaso
es el almuerzo de mañana;
te propongo un desayuno…
pan y besos en mi cama.
Cuando Cupido se aburra
de tirar flechas a otro lado,
y los dioses del pecado
te conviertan en mi calvario;
te regalo mis espinas
así las clavas en tu alma
y a la furia de mis huesos…
tus caricias le den calma.