Mi sonrisa es el estigma
de la fé que he perdido,
tú lagrima un descuido
melancólico de tus ojos.
Mis palabras son la falla
de un silencio oportuno,
tu boca es el ayuno
del deseo en un festín.
Mis pupilas son vidriera
de un paisaje desolado,
tus caderas a un costado
un milagro en madrugada.
Mi caricia es el intento
de poder tocar tu alma,
tu piel suele buscar calma
en el tacto y sus tormentos.