26/6/11

Veintinueve noviembres y el lobo aún vivo




El lobo debió posar su mirada
en un horizonte de prosperidad
y despojar de su pellejo
las heridas de la realidad.

Y pierde el norte aullando entre dientes,
poemas necios, lamentos al sur,
donde la Luna amiga y paciente
convierte a su furia en virtud.

El lobo debió domesticarse,
aunque aquello cueste dignidad.
Ya que hay mas zorros que gallineros
y en el silencio se debe callar.

Y dejar de soñar con manadas
y despertar su individualidad.
Como la oveja que añora ser sueter
engordando en el corral.

Pero esta loco y bajo la tormenta
busca excusas para chapotear.
Lo que le falta se lo inventa,
lo que le sobra es voracidad.