El era un ángel blanco
no conocía la maldad,
sus alas enternecían al viento,
su mirada todo lo demás;
vendía sueños en poemas
de su inocente realidad.
Pero conoció una mujer,
el amor y el pecado,
la amo todo lo que pudo,
al gusto de ella demasiado;
y con un beso en los labios
el quedo abandonado.
Le contó su pena a un Dios
que justo estaba descansando,
entre dormido lo escucho
y despertó al condenarlo;
tiño sus alas color noche
y le dio aspecto de humano.
Ahora el viste de negro
y lo llaman “pobre Diablo”,
canta sus penas en un blues
y se asfixia en tabaco;
si una noche te lo cruzas…
no le temas, no es tan malo.